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EL PRECIO DEL PRESENTE
Todos los años millares de personas visitan Juazeiro del Norte para ver la imagen del Padre Cíacero. Otros miles peregrinan hasta Aparecida del Norte, en San Pablo. ¿Cuál es el motivo? ¡Cumplir sus promesas! Son personas que para conseguir alguna bendición de Dios, prometen hacer algún sacrificio.
Finalmente, ¿qué es necesario hacer para ganar la salvación, y la vida eterna? ¿Qué es lo que Dios espera de mí?
“¡Es un regalo! Un favor inmerecido, un presente de Dios para usted. Y la parte que le corresponde hacer es sólo aceptar este favor de Dios”.
EL PAGADOR DE PROMESAS
La Biblia cuenta la historia de un hombre que comenzó buscando la salvación en forma equivocada, pero después encontró el camino correcto. Saulo fue educado por los mejores maestros de su época y seguía fielmente todas las costumbres judías. En una de sus cartas él se describe así:“Circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia de la ley, irreprensible”.Filipenses 3: 5 y 6.
Él era un LEGALISTA. El legalista concentra su atención en el comportamiento 1 y, en general, es fanático. Saulo era un fanático, perseguía cristianos, aquellos que creían en la muerte y resurrección de Jesús.
Era difícil, para Saulo, entender como Jesús podría ser verdaderamente el Mesías. Para él, el Hijo de Dios no comería con pecadores, no invitaría a iletrados pescadores para ser sus discípulos y, mucho menos perdonaría a una prostituta encontrada en pleno adulterio.
Tal vez usted esté pensando que Saulo era un hombre malo. ¡No! Él era muy sincero, pero estaba sinceramente equivocado. Hoy, esto también sucede con muchas personas. Pero Dios que conoce los corazones, conocía la realidad del corazón de Saulo y sabía que él deseaba encontrar la verdad.
Cierto día, mientras caminaba por la ruta a Damasco, Saulo tuvo una experiencia que transformó para siempre, su vida y la historia del cristianismo. Él que tenía la seguridad de que la resurrección de Jesús era una farsa, de repente se encontró en el camino, con Jesús mismo.
“¡Cumplir sus promesas! Son personas que para conseguir alguna bendición de Dios, prometen hacer algún sacrificio.
Alrededor del medio día… estando en el camino, vi una luz del cielo, más resplandeciente que el sol… todos caímos en tierra. Entonces oí una voz que me decía en arameo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”. Entonces pregunté: “¿Quién eres tú Señor?”. Y el Señor respondió: “Soy Jesús a quien tu estás persiguiendo”. 2
Saulo pensó que Jesús acabaría con su vida, pero Jesús le dijo: “Levántate y ponte sobre tus pies, porque te he aparecido para esto: para constituirte en ministro y testigo de las cosas que has visto de mí y de aquellas en que apareceré a ti”. Hechos 26: 16.
SALVACIÓN POR LA GRACIA
En ese encuentro con Jesús, Saulo experimentó la gracia y transformó su vida. “Y en seguida predicaba a Jesús en las sinagogas, diciendo: ‘Este es el Hijo de Dios”. Hechos 9: 20. Saulo, que era perseguidor de cristianos, pasó a ser llamado como PABLO, el perseguido por causa de Cristo.
Así es la gracia de Jesús en nuestra vida. Puede que usted no se interese por Él. Puede reír, hacer bromas y hasta perseguir a quienes lo siguen. Pero de repente Jesús se aproxima hasta usted y dice: “¡Hijo yo te amo! ¡Te acepto! ¡Te perdono!”.
Vea lo que Pablo escribió acerca de la gracia: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”. Efesios 2: 8. La gracia es un regalo de Dios para usted, es un favor inmerecido. Para recibirlo usted sólo debe aceptar ese regalo. ¡La gracia, es de gracia!
Años atrás hubo una conferencia en Inglaterra. ¿El objetivo? Comparar las religiones. Teólogos del mundo entero debatían para descubrir una creencia común y exclusiva del cristianismo.
El debate prosiguió durante algún tiempo, hasta que C.S. Lewis entró en el recinto… y escuchando las respuestas de sus colegas, quienes estaban discutiendo acerca de la contribución única del cristianismo entre las religiones del mundo, Lewis respondió: “Eso es fácil, es la GRACIA”3.
Cada religión presenta un camino para alcanzar la salvación:
- El budismo señala un camino de ocho pasos;
- El hinduismo enseña la doctrina del karma.
- El judaísmo predica la alianza judaica.
- Los musulmanes predican su código de ley.
La gracia de Dios no podría ser inventada por alguna persona. Ella está en contra de cada instinto humano. Es injusta a nuestros ojos. Dios debería darnos la recompensa que merecemos, y lo que merecemos es la muerte, pues “la paga del pecado es la muerte”. Nuestra comprensión de justicia es limitada, pero la gracia de Cristo está más allá de lo que nuestra mente finita puede comprender, “porque el don gratuito de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor”. Romanos 6: 23.
Pablo entendió que la salvación no puede ser adquirida mediante “obras de la ley”, legalismo, en otras palabras, por guardar los mandamientos como un medio de salvación. Él notó que, sólo a través de la gracia de Cristo, podemos ser justificados: “Porque por las obras de la ley nadie será justificado delante de él; pues por medio de la ley viene el reconocimiento del pecado. Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”. Romanos 3: 20 y 24.
Mientras se predica la salvación a través de la caridad, de las promesas de sacrificio hechas a Dios, y de otras peregrinaciones hechas a Dios, el Señor nos invita a que abracemos la salvación “de gracia”.
SI ME AMAS…
Después de su transformación, Pablo comenzó a estudiar y meditar en las enseñazas de Jesús, en su vida de amor y servicio. Y encontró entre las enseñazas de Jesús lo siguiente: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos”. Juan 14: 15.
“Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; como yo también he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”. Juan 15: 10.
Inicialmente parecía antagónico aceptar la salvación por la gracia y al mismo tiempo guardar los mandamientos, pero enseguida notó que Jesús unía ley y amor fácilmente en sus palabras.
En el Sermón del Monte, Jesús dijo: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas. No he venido para abrogar, sino para cumplir”. Mateo 5: 17.
Pablo entendió que Jesús no desplazó la ley: “¿Anularemos la ley, pues por la fe? ¡No! ¡De ninguna manera! Antes confirmamos la ley”. Romanos 3: 31. En otras palabras, Pablo está diciendo: “Cuando amo a Jesús y tengo fe en Él, no estoy anulando la ley, sino confirmándola a través de mis acciones”. Si Jesús no vino a abolir, ¿para qué sirve la ley?
EL PROPÓSITO DE LA LEY
1 No tendrás otros dioses delante de mí.
2 No te harás imágenes de escultura.
3 No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano.
4
5 Honra a tu padre y a tu madre.
6 No matarás.
7 No adulterarás.
8 No hurtarás.
9 No dirás falso testimonio.
10 No codiciarás.
La ley de Dios es la expresión de su carácter, tiene las mismas características de Dios mismo. No necesita de reformas o de actualizaciones; es perfecta y útil para mostrar cual es la voluntad de Dios. Pablo escribió: “La ley es santa, y el mandamiento es santo, justo y bueno”. Romanos 7: 12.
Cuando estamos en pecado, la ley nos muestra nuestra condición. Si no existiese, nunca sabríamos cuanto nos hemos apartado de Dios. “¿Qué pues diremos? ¿La ley es pecado? ¡De ninguna menera! Sino que, no hubiese conocido el pecado, si no fuese por intermedio de la ley”. Romanos 7: 7.
La ley señala mi pecado, pero no tiene poder para borrar mis errores, solamente Cristo es capaz de hacer eso, a través de su gracia. La ley revela nuestra necesidad de un Salvador:“De manera que la ley nos sirve de ayo, (maestro), para conducirnos a Cristo a fin de que fuésemos justificados por fe”. Gálatas 3: 24. Vea todo lo que Pablo descubrió y piense: ¿Será que Dios realmente pensó en abolir su ley?
La Biblia dice que “la ley del SEÑOR es perfecta y restaura el alma”. Salmo 19: 7. Si la ley de Dios es perfecta, ¿qué interés puede tener Dios en cambiarla? Dios no cambia. Entonces su ley tampoco cambia. Él dice: “No aumentarán a las palabras que les he ordenado ni de ellas retiraréis nada, mas obedezcan los mandamientos del SEÑOR, tu Dios, que les ordeno”.Deuteronomio 4: 2.
¿Realmente usted cree que Dios abolió su ley? La respuesta está más que comprobada: ¡No! ¿Notó usted que dejé de de citar uno de los mandamientos de la ley de Dios? Es lo que vamos a estudiar en el próximo capítulo: El cuarto mandamiento.