De una cosa estoy seguro: he de ver la bondad del Señor en esta tierra de los vivientes. Pon tu esperanza en el Señor; ten valor, cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el Señor! Salmo 27: 13-14
Tras la aparición del movimiento feminista, con todas sus buenas intenciones enfocadas en superar la discriminación por causa del sexo, los seres humanos, tanto hombres como mujeres, han estado transitando por una senda un tanto confusa. Esas nuevas tendencias nos han llevado a una búsqueda que algunos catalogan como infructuosa, y que nos hace perseguir un ideal de sometimiento mutuo.
Sin importar los años que tengas, la profesión que ejerzas, los papeles que desempeñes; jamás debes olvidar que tienes grandes posibilidades. La búsqueda de una razón para tu vida deberás llevarla a cabo en función de ti misma. Lo que eres y lo que deseas ser dependerá de ti, mucho más que de las circunstancias. El Señor te dice: «Solo te pido que tengas mucho valor y firmeza» (Jos. 1: 7).
Cada mujer llegará a la cumbre de su desarrollo al ver sus sueños hechos realidad. Las adversidades y dificultades pueden ser muy fuertes, pero si tienes la voluntad de sobreponerte a ellas, podrás salir adelante. Tu deber es mantenerte en una línea permanente de comunicación con Dios, sin desistir. Por eso, hoy te invito a que hagas un análisis de tu vida y a que tengas bien claro en tu mente lo que buscas y esperas de la vida.
La mujer que ama a Dios, y que además se alegra de ser su hija, colocará su relación con Dios como la primera de sus prioridades. Dedicará tiempo para dar a conocer al Señor sus planes, y estará dispuesta a esperar, llena de fe, que él le conceda su aprobación. Entonces, cuando nuestros proyectos hayan recibido el visto bueno de Dios, nos tocará hacer lo que esté en nuestras manos para que dejen de ser proyectos y se conviertan en una realidad. Debes echar mano de todas tus facultades, cultivar tus dones y empeñarte en superar las debilidades.
En el ámbito espiritual, proponte caminar con Dios paso a paso; en tu vida laboral deberás aprender a ser diligente. Tu vida social se verá enriquecida si cultivas la tolerancia y la cordialidad; y la parte física de tu vida estará protegida si cuidas tu cuerpo, porque es templo del Espíritu Santo.
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