La guerra se hace con buena estrategia; la victoria se alcanza con muchos consejeros.La sabiduría no está al alcance del necio, que en la asamblea del pueblo nada tiene que decir. (Proverbios 24:6-7)
La empresa más importante que una mujer puede dirigir es su propio hogar.
La conducción de un hogar exige el establecimiento de metas, objetivos y estrategias.
Debido a que es en el hogar donde la familia crece y se desarrolla, cuán cuidadosa debería ser al planificar cada aspecto de la vida familiar. Esta es una tarea que requiere toda nuestra atención. La Biblia nos insta a ser “cuidadosas del hogar, bondadosas [...], para que no se hable mal de la Palabra de Dios” (Tito 2:5).
Se nos ha encargado el cuidado del hogar. Nuestra primera tarea consiste en lograr que Cristo habite como soberano en él. Cuando esto sea una realidad, en el hogar se manifestará un ambiente de armonía y paz, propicio para el desarrollo integral de quienes viven en él. La meta prioritaria para el hogar de una mujer que ama a Dios es lograr que su familia sea heredera del Reino de los cielos. Para alcanzar este objetivo, cada mujer debe echar mano de toda la sabiduría de Dios.
El hogar terrenal se considera como la antesala del hogar celestial, por eso en él se deben cultivar los mejores dones. El orden, la limpieza y el buen gusto, son algunos de los hábitos que hemos de ir adquiriendo y enseñando para hacer del hogar un anticipo del cielo. Las mujeres, poseedoras del don de la creatividad, somos las encargadas de dar un toque especial a cada espacio de la casa.
Por otro lado, el ambiente emocional de un hogar determinará la salud mental de sus miembros. Lo mejor sería que nos propusiéramos corregir a los hijos con cariño, y hacer de la convivencia familiar un medio para acercarnos más a Dios.
Las palabras alentadoras y de apoyo serán las herramientas para llegar al corazón de los hijos, de tal manera que, con docilidad, se sometan a la voluntad de Dios y a la autoridad de sus padres.
Amiga, en este día hagamos gala de nuestro buen juicio. De esa forma estaremos en condiciones de comprender a los demás, sentiremos empatía por ellos y podremos disculpar sus errores.
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