En segundo lugar David implora a Dios y dice, “Mis huidas tú has contado; pon mis lágrimas en tu redoma; (guarda mis lágrimas en tu vasija) ¿No están ellas en tu libro?” Dios realmente toma nota de todos nuestros sufrimientos: Cada dolor que sentimos vibra en Su propio corazón. Él es tocado especialmente por los sufrimientos de Sus hijos que sufren por aquellos que los atacan ¡sólo por que no los quieren!
La tercera palabra de esperanza de David es: “has librado mi alma de la muerte, y mis pies de caída, para que ande delante de Dios, en la luz de los que viven.” Jesús aplicó esas palabras a aquellos que lo siguen: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” (Juán 8:12). No importa lo que nos pase en este mundo donde el sufrimiento y el peligro son inevitables, y donde la muerte parece tener la última palabra, Jesús nos asegura que si lo seguimos, nosotros nunca, nunca andaremos en tinieblas, vamos a tener la luz de la vida .
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