Hay sentimientos que aunque sabemos que existen, cobran un significado diferente cuando llegan a nuestro ser, situaciones que vemos en otros pero que entendemos su verdadero significado el día que nos vemos envueltos en sus consecuencias por una u otra razón.
Traición, Decepción, tristeza, momentos de tomar decisiones duras en tu vida,. Ese momento en que piensas que al final del camino no encontrarás una luz, que por más que intentes nunca pensaste que el corazón pudiera doler de esa manera, cuando sin pensarlo rompes en llanto y parece que sería la única forma de salir del abismo del dolor, pero no, quizá ayuda un momento, pero luego el vacío que sentías en el pecho y en el corazón vuelve y reclama su lugar. Muchos llegan a ti intentando darte palabras de ánimo pero sientes que ninguna palabra será suficiente. Hasta llegas a pensar que está bien sentirte mal.
¿Has estado alguna vez en ese lugar? Qué difícil es sentirse en la oscuridad de la tristeza humana, que difícil es vivir momentos de desesperanza, que difícil es cuando le preguntas a Dios: Señor sé que tú puedes quitar este dolor de mi corazón pero… ¿Cuando? Usualmente cuando estamos en estas circunstancias hacemos una avalancha de preguntas equivocadas, no entendemos la voluntad de Dios, no tenemos la capacidad de ver más allá porque el dolor nos tiene cegados y duele, duele mucho. Pero luego, de repente llega el momento en que recuerdas que hubo uno que fue herido por nuestras aflicciones, molido por nuestros pecados, crucificado para darte vida. Levantas la mirada y ves su mano extendida con una sonrisa en su rostro. Aún con dolor en tu corazón tomas su mano y te levantas, te levantas para caer a sus brazos para sentir esa paz que sin alguna explicación humana solo en Él, ¡Sólo en Jesús! La puedes encontrar. Todo empieza a cobrar sentido y ya no importan las preguntas que antes hacías, simplemente sabes que Jesús está allí para ti, que el dolor valió la pena simplemente por el hecho de haber sentido su abrazo cuando creíste que no quedaba más…
Si hoy te encuentras en el suelo sin fuerzas, por cualquiera que sea la circunstancia te invito a que te levantes, a que levantes la mirada, Jesús está allí, extendiendo su mano para ti, quiere tomarte en sus brazos, ¡quiere darte su paz! Quiere que camines como viendo al invisible. Hoy es un día para ver a Jesús, hoy es un día en el que llegará Él a sacarte del abismo. No importa lo difícil o lo dura que sea tu situación, levanta tus ojos y toma su mano… ¡Él espera por ti!
Escrito por: Jazmin Barros Navarro
¿Confías en Dios?
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