Debemos comprender que en el sendero del cristiano no siempre brilla el sol, tiene sus tiempos de tinieblas y tempestades. Cuando pasamos por amargas experiencias, estas nos enseñan que, si bien la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto, esa luz a veces se eclipsa. Hay periodos en que las nubes cubren el sendero del creyente
y este camina en tinieblas y no ve la luz.
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