"LA ENVIDIA"
He visto asimismo que toda obra bien hecha despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu (Eclesiastés 4:4).
Quienes logran tener éxito en su trabajo, muchas veces atraen de inmediato la envidia de sus colegas, en proporción a los logros alcanzados. La siguiente anécdota apareció en una revista hace algunos años y se le atribuye al pastor Rafael Escandón.
Un señor llamado Diógenes Castro, un apasionado de las letras, nunca había tenido suerte como escritor. Todo lo que escribía era automáticamente rechazado. Pero continuaba esforzándose con la esperanza de que algún día su suerte pudiera cambiar. Sin embargo, en su misma ciudad había otro escritor que se parecía al rey Midas: todo lo que tocaba, o escribía, era publicado; ya fueran ensayos, cuentos, historias o poesías. De manera que aquella persona llegó a ser conocida como un escritor de renombre. A Diógenes le disgustaba ver continuamente el nombre de aquel señor en los periódicos, así como observar los tributos que le rendían.
Para colmo de males, un día la comunidad decidió erigir una estatua en honor a aquel escritor que era considerado un orgullo para el pueblo. Era apenas un busto colocado en medio del parque o plaza principal. Aquel acto irritó a Diógenes, quien tramó un plan para derribar la estatua. Una noche, antes de que amaneciera, Diógenes fue al parque con unas herramientas. Pensaba que, aflojando unas tuercas, la estatua se desplomaría con apenas un empujón. Tras aflojarlas comenzó a empujar el busto, pero no pudo derribarlo. Luchó por unos instantes, pero pensó que lo mejor sería tirarlo hacia él con todas sus fuerzas. Y lo logró.
Al día siguiente, los primeros transeúntes notaron que el busto estaba en el suelo. Pero con sorpresa se dieron cuenta de que debajo de aquel pesado monumento había un hombre con el cráneo fracturado. El plan de Diógenes había tenido éxito, sin embargo, había sido víctima de su propia envidia.
Amiga, todo esfuerzo, trabajo o empeño, traerá tarde temprano sus frutos. Sin embargo, debemos cuidarnos de cualquier sentimiento de envidia, porque podría producir frutos negativos.
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