¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Dan la décima parte de sus especias: la menta, el anís y el comino. Pero han descuidado los asuntos más Importantes de la ley, tales como la justicia, la misericordia y la fidelidad. Debían haber practicado esto sin descuidar aquello (Mateo 23: 23).
Los «sabedores» o «savants» suelen ser personas que padecen desórdenes mentales graves. Sin embargo, tienen algunos talentos extraordinarios. Existen, por ejemplo, sabedores que tienen un coeficiente intelectual menor a cincuenta; es decir, apenas son capaces de funcionar en una sociedad normal, pero, con mucha facilidad, pueden producir un número primo de ocho dígitos, hazaña que muchos maestros de matemáticas no pueden realizar, o encontrar la raíz cúbica de un número de seis dígitos en pocos segundos.
Tom, por ejemplo, tenía trece años, era ciego e incapaz de atarse los zapatos; nunca recibió clases de piano o música, pero aprendió a tocarlo escuchando a otros. Aprendió arias y otras melodías únicamente de oído y podía tocar cualquier pieza a la primera tan bien como el pianista más experto. En cierta ocasión interpretó tres piezas diferentes a la vez: una con la mano izquierda, otra con la derecha, mientras cantaba la tercera.
Nadia es una jovencita con un coeficiente entre sesenta y setenta, pero a los seis años podía pintar cuadros complejos y de excepcional realismo. Otro niño te puede decir la hora exacta del día en cualquier momento incluyendo los segundos. Tiene la misma precisión que un Rolex. Lo increíble es que a veces susurra la hora del día mientras está dormido. Otro niño puede decir con exactitud las dimensiones de un objeto a pesar de estar a más de seis metros de distancia. Puede decir, por ejemplo: «Esa roca tiene 87 centímetros de ancho».
¿Te has detenido a pensar que es posible que también existan savants cristianos? Se especializan en aspectos muy específicos de la Biblia o de la experiencia religiosa, pero son realmente ignorantes en el resto del conocimiento y de los asuntos bíblicos. Generalmente son personas obsesionadas con un solo tema y producen cantidades enormes de escritos con muchas citas promoviendo posiciones extremas. El problema está en que estos sabedores cristianos ignoran las otras citas que podrían proporcionar equilibro a sus enseñanzas.
Dios no está interesado en salvar «religiosos». Él desea que nuestro carácter sea íntegro, de tal manera que la verdad del evangelio se reproduzca equilibradamente en nosotros. No diezmes la menta y el comino mientras descuidas la justicia, la misericordia y la fidelidad. Y tú, ¿qué eres? ¿Destaca más tu religiosidad que tu cristianismo?
Tomado de: Meditaciones Matinales para Jóvenes 2013
“¿Sabías qué…?”
Por: Félix H. Cortéz
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