"Deléitate en el Señor, y el te concederá los deseos de tu Corazón". Salmo 37:4

lunes, 22 de julio de 2013

Matutina Para La Mujer


CUANDO ESTÉS HABLANDO, ¡ESCÚCHATE!

Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan. No agravien al Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron sellados para el día de la redención. Efesios 4: 29-30

Las palabras que pronunciamos, y la forma en que las decimos, dicen mucho más de nosotros que cualquier otra cosa. Estoy segura de que si grabáramos algunas de nuestras conversaciones, al escucharlas más tarde nos sentiríamos abochornadas. La ligereza con que a veces soltamos palabras, frases y expresiones verbales, pregona indudablemente todo lo que abrigamos en nuestro interior. En la Biblia leemos: «De la abundancia del corazón habla la boca» (Mat. 12: 34).

Una manera de escucharnos a nosotras mismas mientras hablamos es observar el efecto que nuestras palabras tienen en la persona o personas que las escuchan. El tono de voz, el contenido, los gestos que hacemos al hablar, forman el todo de una conversación y emiten un mensaje. Una buena palabra, dicha en un tono de desdén, podría causar en la persona que escucha un mal en vez de un bien.

Aunque las mujeres tenemos fama de hablar mucho más que los hombres, en realidad la situación es muy pareja. Los estudios más recientes demuestran que las mujeres pronunciamos aproximadamente 16,200 palabras al día, en contraste con los hombres que, según el mismo estudio, emplean unas 15,600 palabras. Posiblemente la diferencia estribe en que las mujeres sentimos más placer al hablar. Pero sea como fuere, no permitamos que el contenido de algunas de nuestras charlas sean calificadas como palabras «ociosas» (Mat. 12: 36), o expresiones que salen de «labios impuros» (Isa. 6: 5).

Hagamos el esfuerzo de hablar para bendecir y edificar. En la Palabra del Señor encontramos un gran consejo: «Los labios de los sabios esparcen conocimiento» (Prov. 15: 7). Hagamos del maravilloso don del habla una herramienta para alentar al que está caído, motivar al desanimado, proveer compañía al solitario y sanar las heridas del que está lastimado.

Amiga, encontrar las palabras correctas al hablar es uno de los desafíos que tendrás que enfrentar en este día. Recuerda que: «Como naranjas de oro con incrustaciones de plata son las palabras dichas a tiempo» (Prov. 25: 11).


Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado


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