Pero el que recibió la semilla que cayó en buen terreno es el que oye la palabra y la entiende. Este sí produce una cosecha al treinta, al sesenta y hasta al ciento por uno (Mateo 13:23).
En Lest We Forget [No sea que olvidemos], George Kníght señala: “Los adventistas del séptimo día han hallado mucho terreno fértil en, prácticamente, todos los países del mundo. Lejos quedaron los días cuando éramos una iglesia mayoritariamente estadounidense.
De hecho, en el año 2007 solo el 8% de los adventistas del mundo vivía en Norteamérica. En la actualidad, más de cinco millones de los aproximadamente dieciséis millones de adventistas viven en África, más de cinco millones en Centro y Sudamérica y más de dos millones y medio en la India y el sudeste asiático. A manera de contraste, la División Norteamericana hasta hace poco no logró superar el millón de miembros”.
La formación del entorno adventista se ha transformado a medida que varias regiones del mundo han entrado en una nueva etapa de crecimiento. La India ha hecho un poderoso avance. La feligresía de la División del Sur de Asia aumentó de 290.209 miembros en 1999, a más de un millón para finales de 2005.
El número de miembros es solamente un índice de la dinámica mundial del adventismo.
Un vistazo al Informe Estadístico de la Asociación General indica que hasta enero del 2008 teníamos 661 uniones y campos locales, 121.565 congregaciones, 5.362 escuelas primarias, 1.462 escuelas secundarias, 106 colegios y universidades, 30 industrias alimenticias, 167 hospitales y sanatorios, 159 orfanatos y residencias para ancianos, 449 clínicas y dispensarios, 10 centros de producción de radio y televisión, y 65 casas editoras. Las diversas instituciones empleaban 203.508 obreros y las publicaciones de la iglesia se distribuyen en 361 idiomas, a la vez que la iglesia predica en 885 lenguas.
La obra, lejos de detenerse, se acelera. Al paso que vamos, para este año seremos veinte millones de adventistas y cuarenta millones entre 2025 y 2030, según las previsiones. Esperamos que el reino del pecado no dure tanto. Dios nunca tuvo el plan de que el adventismo creciera hasta convertirse en una iglesia con muchas y grandes instituciones. Es más, no quiere que exista algún adventista sobre la tierra: quiere que todos estén en el cielo.
Por esa causa se realizan todos los sacrificios y todos los esfuerzos. Las buenas nuevas son que Dios ha guiado a su pueblo más allá de lo que imaginaron los pioneros adventistas.
Hará lo mismo en el futuro si no olvidamos quiénes somos y por qué estamos aquí.
Tomado de: Meditaciones Matinales
“¿Sabías qué…?”
Por: Félix H. Cortéz
“¿Sabías qué…?”
Por: Félix H. Cortéz
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